Desde sus orígenes, el ser humano basó la elección de las diferentes fuentes de nutrientes para su alimentación omnívora, en un conocimiento instintivo del valor nutricional de los alimentos. La cuantificación de este valor nace con los estudios de Lavoisier (1743-1794) que introduce el concepto del alimento como "combustible" y de fuente energética. En el siglo XVIII, químicos, biólogos y fisiólogos le seguirán y estudiarán la contribución de los alimentos en los procesos nutritivos y sus diferencias químicas, lo que les llevará a discernir entre los principios activos: hidratos de carbono, grasas y proteínas.
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